Los cuatro han superado los cincuenta, algunos incluso los sesenta. A pesar de poder dedicarse a la vida convencional del jubilado tras décadas trabajando en diferentes sectores, han decidido compartir aula con chicos y chicas de 18 años que podrían ser sus hijos o nietos. Después de toda una vida laboral, José Luis Morales, Luis García Guardiola, Alberto Dávila y Ángeles Lozano pasan de prejuicios edadistas y se han embarcado en la aventura universitaria con la misma energía y determinación que se les presupones a sus compañeros veinteañeros.
José Luis Morales decidió jubilarse después casi cincuenta años de trabajo en el sector asegurador y comercial. Tenía 64 años. No buscaba una jubilación tranquila para amodorrarse en la monotonía, sino que quería seguir desafiándose a sí mismo y continuar aprendiendo. Tras consultar con su familia, se presentó a la prueba de acceso a la universidad para mayores de 45 años y logró ingresar en el Grado de Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC). José Luis ha encontrado en la carrera una oportunidad de llevar a la práctica su pasión por la escritura y aprender y comprender la evolución del periodismo, que le apasionaba desde su juventud. A pesar de la diferencia generacional, ha logrado establecer una buena relación con sus compañeros y se siente integrado en el ambiente estudiantil. A veces, entre clase y clase, se fuma un pitillo con algún profesor y comenta la actualidad informativa. La brecha tecnológica es su mayor preocupación. Suele pelearse con los ordenadores en el aula de informática, pero confía en la paciencia y la ayuda de sus compañeros, que le echan un cable cuando lo necesita. Él les ofrece a cambio el contexto sobre la actualidad y su experiencia sobre la vida, del que carecen éstos por su extrema juventud.

Luis García Guardiola pasa de los sesenta años. Es un tipo alto y de pelo cano que tiene una voz grave y diafragmática de locutor de radio. Decidió emprender los estudios de Comunicación Audiovisual después de haber trabajado como obrero durante muchos años. En su juventud estudió Magisterio en el turno de noche mientras trabajaba en la construcción más de cuarenta horas semanales. Sin embargo, un problema cardíaco le otorgó la incapacidad laboral y lo llevó a reconsiderar cómo quería pasar su tiempo libre. Fue entonces cuando, empujado por su pasión por la radio, se matriculó en Comunicación Audiovisual. Antes de comenzar el curso, se preparó durante el verano hojeando los libros de bachillerato de sus hijos para ponerse al día y estar al mismo nivel que sus futuros compañeros. Escogió el antiguo CES Felipe II de Aranjuez, centro adscrito entonces a la Universidad Complutense, por su comodidad para aparcar, y esta decisión resultó acertada. Era un centro pequeño que facilitaba la relación con los profesores y con sus compañeros, jóvenes de apenas 20 años. A pesar de la diferencia de edad, se integró sin problemas en el ambiente estudiantil y mantuvo una buena relación. A veces hacía de padre y les daba consejos. En alguna celebración académica, incluso hizo de chófer de algunos para que llegaran bien a casa. Hace varios años que tiene el título en Comunicación Audiovisual bajo el brazo y sigue manteniendo amistad con varios de sus antiguos profesores. Dice que su etapa universitaria se convirtió en una de las mejores experiencias de su vida. Actualmente pertenece al colectivo Audiodrama (www.audiodrama.es), que dirige Federico Volpini. Participa en lecturas dramatizadas y seriales para la radio, escribe teatro, cuentos, poesía, guiones para cine y radio y colabora con su voz en diversos documentales. Entiende que nunca se es mayor para hacer lo que a uno le gusta.

Alberto Dávila siempre tuvo la espinita clavada por no haber podido estudiar periodismo en su juventud. Debido a las circunstancias de la época, se vio obligado a elegir la carrera de empresariales en lugar de periodismo, ya que no se impartía en Valladolid, donde resisidía, pero nunca la terminó. Tras décadas trabajando en el sector bancario, aceptó una oferta de prejubilación y vio la oportunidad de estudiar. Se encuentra cursando el segundo año de periodismo en la modalidad semipresencial en el campus de Fuenlabrada de la URJC. Encontró en los estudios una alternativa más enriquecedora que ver la televisión o dar paseos. Destaca la oportunidad de conocer personas de diferentes edades y con distintas perspectivas de la vida, lo que ha ampliado su visión del mundo. Aunque dice que ha experimentado ciertas dificultades en los trabajos grupales debido a la falta de compromiso de algunos compañeros, ha logrado mantener buenas relaciones. Alberto se muestra crítico con el plan de estudios de Periodismo, señalando la repetición en los conocimientos y la falta de prácticas, aspectos que considera necesarios para una formación más completa. A pesar de no esperar trabajar como periodista a su edad, valora enormemente haber cumplido su sueño de estudiar Periodismo.

Ángeles Lozano se arrepiente de no haber estudiado en su época. A sus cincuenta y tantos, ha finalizado el primer curso de periodismo en la URJC y recomienda la experiencia a todo el mundo. Aunque afirma que le cuesta un poco memorizar después de décadas sin hacerlo, va adquiriendo el hábito y disfruta del aprendizaje. No ha tenido problemas en las relaciones con sus compañeros, más jóvenes que sus hijos, excepto en algún trabajo grupal que le ha afectado negativamente en la nota media de alguna asignatura. Le sorprende la falta de respeto hacia los profesores, algo que, según su impresión, antes no sucedía. Destaca la importancia del debate, la expresión y el diálogo en el periodismo. Aunque, como Alberto Dávila, no espera ejercer profesionalmente, participa en tertulias en Twitter y en RNE en las que se tratan diversos temas en defensa de los derechos sociales y del entretenimiento en general. Habla de sus hijos con orgullo, quienes han finalizado sus estudios de grado, y no descarta seguir estudiando en el futuro, ya que disfruta aprendiendo.

Estos cuatro estudiantes son mayores, pero se gustan mayores. Han emprendido su aventura universitaria sin complejos, de forma natural, espontánea. Saben que no hay edad para estudiar. Han encontrado en la universidad una oportunidad para crecer personalmente, para hacer lo que siempre les ha gustado. Para recuperar una vida o para emprender otra con la misma determinación y valentía que se le supone a una persona de 20 años. ¿Qué es la edad sino una mera fecha inscrita en el DNI?

Un reportaje de Eva Gutiérrez

Imagen generada con DALL·E 2

Una respuesta a “A mí me gustan mayores”

  1. Gracias por el reportaje. Frente al creciente edadismo podemos aportar algo a profesores y compañeros. Respect canas!!

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